Pasar página y empezar un nuevo capítulo.

Querías que todo cambiara, estabas harta de la rutina, de lo mismo de siempre, de sus gritos de agonía, de las lágrimas, de la rabia. Querías un cambio, lo necesitabas. Lo deseaste con tanta fuerza que al final ocurrió y entonces deseaste no haberlo deseado. Pero no se puede volver atrás, somos prisioneros de nuestras acciones, así que lo hecho, hecho está, no hay vuelta atrás, nada de segundas oportunidades. No. Ya está, se ha ido, punto final, toca pasar de página. Te vistes de negro y la recuerdas, perdonas sus errores y te quedas con lo bueno, lloras con sus fotos y consuelas a quien más la quería, que es quien más la echará de menos. Te conviertes en un pañuelo para limpiar lágrimas y manchas en el corazón. Y como ya he dicho, toca pasar página, tienes que seguir con tu vida, los muertos se han ido, ahora hay que cuidar de los vivos.

Y te vuelves a sentir alegre por momentos, las nubes se disipan y vuelve a salir el sol, más radiante, más brillante porque ella está ahí arriba, queriéndote, apoyándote y protegiéndote, ahora tienes ángel de la guarda.

Pero llega uno de los días en que más la necesitas y todo se desmorona, porque ella no está ahí, es el primer año que ella no está para verte bailar, para darte ánimos, para sentirse orgullosa de ti. La echas mucho de menos, la necesitas a tu lado y crees que no podrás hacerlo sin ella. Pero entonces alguien te dice que sí que está, que se siente orgullosa de ti esté donde esté y que aunque ahora no esté lo único que tienes que hacer es pensar en ella mientras bailas, sentir que está viéndote y protegiéndote para que no te tuerzas un tobillo. Y funciona, al menos mientras todo está oscuro, pero luego se encienden los focos y ves a tu madre sonriendo con lágrimas en los ojos, tu padre haciendo fotos y tus hermanas solas, sin ella a su lado preguntando dónde estás, con sus ojillos verdes iluminados de orgullo.

Y para que ella sienta que ha estado contigo vas al cementerio y le llevas las flores que te han dado por hacerlo tan bien, por no haberte desmoronado. Te guardas una flor para ti y la rocías de la colonia que se echaba los domingos, para cuando quieras volver a revivir esos momentos en los que ibais al parque con tus primos y luego a comprar chucherías.

Lloras un poquito más, te limpias las lágrimas, te pintas otra vez la sonrisa y ya está, haces como que todo ha pasado. Esto te ha servido para darte cuenta de que simplemente pasar página no es nada. En estos casos hay que empezar un capítulo nuevo. Pero, ¿sabes? eso no tiene nada de malo, eso no significa que tengas que olvidarla. Revisar capítulos pasados de vez en cuando es bueno, te ayuda cuando no sabes cómo ni por dónde continuar.