The only exception.



Cuando era pequeña, vi a mi padre llorar y maldecir el viento. Él rompía su corazón mientras yo miraba cómo intentaba arreglarlo. Y mi madre juró que jamás se dejaría olvidar, y ese fue el día en que prometí que nunca cantaría sobre el amor, porque no existe. Pero cariño, tú eres la única excepción. Puede que sepa (en algún oscuro rincón de mi alma) que el amor nunca dura, y tenemos que buscar otros caminos para andar solos o mirar al frente. Yo siempre viví así, manteniendo las distancias... hasta ahora. Me había jurado estar contenta en soledad, porque no habría merecido la pena arriesgarme por ellos. Tú eres la única excepción. Tengo un nudo sobre la realidad, pero no puedo dejar marchar lo que tengo delante. Conozco tu salida, por la mañana cuando te despiertes, déjame comprobar que no es un sueño. Tú eres la única excepción. Y yo voy por el camino de creer en ello.

Voy por el camino de creer.

Érase una vez bajo un cerezo...

Le encontré bajo un árbol, un hermoso cerezo en flor que había sido testigo de derroches de besos, caricias y reproches de cientos de parejas rotas.

-¿Qué haces tú aquí? ¿Te ha enviado ella? –susurró cuando se dio cuenta de que estaba detrás de él.

-Ella no tiene nada que ver con esto. He venido por mi cuenta.

-Genial –se giró hacia mí y vi que tenía las mejillas brillantes y húmedas, había estado llorando.

Retrocedí un paso, aquella mirada plagada de lágrimas me asustó, jamás había visto a mi hermano llorar. Por un momento olvidé el motivo por el cual estaba allí.

-Dan, ¿qué te pasa? ¿Por qué lloras?

No contestó, en ese momento recordé que él había dejado a mi mejor amiga, que ella me había pedido que viniese a hablar con él, ya que no contestaba sus llamadas. De hecho llevaba una semana sin aparecer por casa. Me senté a su lado y apoyé la cabeza en su hombro.

-Si fuiste tú el que decidió dejarlo, ¿por qué te lamentas ahora? So…

-Ni se te ocurra decirlo –musitó-.

-…nia. Perdón, ella está fatal, ha intentado cortarse las venas y todo.

Soltó una amarga carcajada mientras una lágrima resbalaba por su mejilla y caía hacia su regazo.

-Lo digo en serio. ¿Por qué lo hiciste? Creía que era lo que más querías en el mundo.

-No lo era.

-¿Entonces por qué salías con ella?

-Es lo que más quiero en el mundo.

-Mira, Daniel, no te entiendo. Primero la dejas, luego no apareces por casa, vengo aquí, te encuentro llorando y me dices que aún quieres a alguien a quien has hecho muchísimo daño. ¿Qué demonios te pasa? Eres mi hermano mayor, se supone que tengo que tomar ejemplo de ti ¿no? –Mis ojos se llenaron de lágrimas al ver que Daniel seguía con la mirada al frente, derramando lágrimas y sin hacerme caso- ¿por qué la dejaste?

Por segunda vez desde que estaba allí me miró, y vi en sus ojos algo que consiguió que mi corazón se encogiera.

-Ana, recuerdas que hace una semana fui al médico por unas pruebas que me hicieron ¿verdad?

Asentí levemente.

-Dan, me estás asustando mucho.

-En esas pruebas me diagnosticaron un tumor en el pulmón.

-¿Van a operarte? Oh Dios mío.

Me miró fijamente y supe que no le iban a operar. Mis ojos se desbordaron.

-Es demasiado tarde –susurró.

No podía ser cierto. Mi hermano no podía morir. Era imposible, debía de ser una broma, si, era una broma de mal gusto de mi hermano, de esas que sólo le hacen gracia a él. Me reí, a carcajada limpia, una carcajada demente.

-Que gracioso eres, Dan. Pero deja ya de bromear, no es justo. En serio, ¿por qué dejaste a Sonia?

-Ana, voy a morirme, no es ninguna broma.

Entonces me di cuenta de que era verdad. Mi hermano iba a morir. Intenté parecer fuerte, pero no podía, quería demasiado a Daniel como para dejarlo pasar. Me abracé a él con todas mis fuerzas, como si de aquella manera pudiera quedarme con él para siempre.

-¿Tiempo? –fue lo único que conseguí articular entre sollozos y lágrimas.

Pasó un brazo por mis hombros y entonces lo vi.

Una piedra afilada llena de sangre.

Abrí los ojos desmesuradamente y me separé de él.

-¡¡NO!! –grité-. ¡¡NO PUEDES HACERNOS ESTO!!

Daniel giró los brazos y pude ver dos marcas rojas en sus muñecas, tenía los dos antebrazos cubiertos de sangre.

-Lo siento, Ana. Dile a mamá y a papá que les quiero.

-¡¡Y YO QUÉ!! –sollocé-. ¿CÓMO HAS PODIDO SER TAN EGOÍSTA? –Entonces me derrumbé, me mareé y tuve que sentarme- No puedes irte, no puedes hacernos esto. No puedes dejarme sola. ¡¡DANIEL!! ¡¡CONTESTAME, MALDITA SEA, DI ALGO!!

No habló. Me arrodillé delante de él y le puse las manos en las mejillas, alcé su cabeza, un peso muerto. Sus ojos estaban vacíos. Se había ido.

Solté un aullido de rabia. Me levanté y di un puñetazo al árbol, me arañé las manos, un puñado de astillas se clavaron en mis dedos, pero no me importaba, eso no era nada comparado con el dolor que sentía en el pecho.

Leí en el árbol una inscripción ensangrentada, un corazón rodeaba dos nombres, Daniel y Sonia.

Cogí la piedra con la que mi hermano se había quitado la vida y vi en el reverso la misma inscripción que en el árbol. Deposité la piedra en la mano de mi hermano y me abracé a él.

Derramando lágrimas al final me quedé dormida.

*  *  *  *  *

Les encontraron bajo un árbol, un hermoso cerezo en flor que había sido testigo de derroches de besos, caricias y reproches de cientos de parejas rotas. Un cerezo que había visto cómo un chico se quitaba la vida y cómo su hermana la perdía para siempre. Un cerezo que desde aquel día no volvió a florecer jamás..

¿Cómo pudiste?

¿Cómo me pudiste engañar de esa forma? ¿Cómo pudiste hacerte pasar por la misma chica que eras hace tres años? Pero no, la culpa no fue tuya, sino mía. ¿Cómo pude creer yo que esa sonrisa era sincera? ¿Cómo pude creer que volvías a ser tú? La amiga que conocí se perdió hace tiempo y creo que jamás volverá. Pero aquella tarde, sentadas en el parque prediciendo que las primeras brisas otoñales llegarían de un momento a otro, me sonreíste como antaño, me hablaste como cuando éramos pequeñas y por un momento, un fugaz momento en el que una hoja caía de su árbol y se posaba entre nosotras, me miraste y creí ver en tu mirada un atisbo de verdad, un brillo de inocencia que solo tenías antes de que te corrompieran. Pero ese momento pasó, porque el tiempo es efímero y de repente ese brillo se apagó, tu sonrisa se convirtió en tu ya habitual mueca de desprecio, te levantaste y te fuiste a comprar tabaco. Desde entonces creo que nunca jamás he vuelto a ver a mi amiga, a mi hermana, a mi confidente o a lo que quedaba de ella.

Aunque aún sigo esperando a verla cruzando los pasillos entre clase y clase o a encontrarla mirando por la ventana, y todos los días la busco, pero jamás la encuentro, y ya me estoy cansando de esperar.

Estoy empezando a pensar que ella jamás volverá.

Aquellos años locos...

Acuérdate de tus tardes de recreo
de tus cromos y tebeos
de las series que se hicieron para ti
de ese erizo que era rosa
tu querías ser ficha roja
y tener todas las cosas.

Acuérdate, sólo había dos canales
y unos rombos decidían
si veías o no veías
una peli que tenía
mil efectos especiales,
actuaba un tal Darth Vader
y venían de un planeta sideral.

Tenías tanta ilusión por ser mayor
que imitabas a tus ídolos en el salón
querías ser un goleador en el 82
y ser princesa de aquel príncipe
que no apareció.

Recuerda bien tus cabañas construidas
querías ser un espía, y tu madre te decía
no esta bien, que inventes mil fantasías
y que vivas en tu mundo de baldosas amarillas

Recuerda hoy esa bici que querías
la de Elliot parecía
que nunca conseguirías para volar,
conquistando aquella luna
devolviendo una fortuna,
siendo un miembro del equipo A

Tenías tanta ilusión por ser mayor
que imitabas a tus ídolos en el salón
querías ser un goleador en el 82
y ser princesa de aquel príncipe
que no apareció.



Todos nos acordamos de cosas que hacíamos de pequeños porque la infancia ha sido y será la época más feliz de nuestras vidas. Cuando vemos fotos de cuando éramos pequeñines todos sonreímos recordando los viejos tiempos, una época feliz que jamás volverá, cuando sólo nos preocupábamos de tener juguetes a mano. Después crecimos y empezaron los deberes, luego los exámenes y en la adolescencia todo se complicó, empezaron las peleas con los padres, más dificultad en los exámenes y los deberes y menos preocupación por ellos. Después llegó el amor y de ahí en adelante es un limbo hasta que se rompe y te ves con una hipoteca, una casa y unos hijos que sacar adelante. Pero aún así, por muchas preocupaciones que tengamos siempre hay tiempo para tomarse un café y recordar aquellas tardes de recreo, leer un libro que leíste de pequeño o escuchar la que era tu canción favorita con once años. Sentarte a mirar fotografías y a mirar atrás. Cuando lo hagas te darás cuenta de que aquel tiempo tan feliz jamás volverá, sonreirás y tal vez derramarás un par de lágrimas o tres, pero seguro que no te arrepentirás de nada de lo que hiciste en la infancia, porque ese tiempo ha sido y será el más feliz de nuestras vidas.

Ithilwen <3

La bailarina con su cajita.

Hola chicos ^^ Tengo que agradecer enormemente a mi querida amiga / ezpoza / BFF / futura ilustradora de las portadas de mis libros (si es que realmente hay alguien ahí arriba y me quiere aunque sea solo un poquito) si me los publican, que me haya hecho un dibujo tan precioso (aunque según ella es una chapuza y aunque sé que ella puede dibujar mejor ;P). Danke Estefanía :) sé que las bailarinas no son lo tuyo, pero te ha quedado realmente bien, ya quisiera yo dibujar la mitad de bien :(

De nuevo, gracias tia, eres la leche.

Muaak!

Hasta siempre

Ella te regaló tu primera bicicleta, fue tu primera canguro y siempre estuvo ahí cuando tus padres se iban. Te daba dinero cuando ibas a verla, no mucho, sólo lo que tenía en su monedero y lo que le permitía su escasa pensión pero sólo por eso querías ir a su casa. Te compraba chucherías, te daba caramelos y desobedecía a todo lo que le decía tu madre sólo para ganarse tu cariño, porque para las abuelas los nietos son lo más importante de su vida, tal vez sólo superados por los hijos.

Cuando le pedías que te leyese un cuento antes de irte a dormir y ella te respondía que no sabía leer te enfurruñabas y te dormías sin darle un beso de buenas noches, sin saber que tal vez al día siguiente no volvieras a verla. Lo que ella más deseaba era que tú cogieses el libro y le leyeses el cuento de la cenicienta, porque ella jamás lo leyó.

¿Y quién te cuidaba cuando te ponías malo y tus padres se iban a trabajar? Para ti eran los potingues asquerosos y raros de tu abuela, pero ¿verdad que siempre hacían efecto? Nunca se lo agradeciste.

Cuando las chucherías ya no te emocionaban tanto, te diste cuenta de que sus caramelos estaban duros y el poco dinero que ella podía darte no era suficiente, dejaste de querer ir a su casa, pero ella seguía queriéndote como entonces. Cuando te diste cuenta de que estaba sola y que todo el mundo la trataba como a un trozo de pared en el suelo fue demasiado tarde. Pero ella nunca dejó de quererte, ni siquiera cuando le hablabas mal o cuando estabas harto de que se metiese en tu vida porque no la entendía.

Ella lloraba en silencio y a solas, porque siempre estaba sola, pero tú la veías como a una vieja viuda y anticuada. Ella siempre te vio como lo más bonito del mundo entero. Pensabas que era una pesada porque siempre estaba dándote besos y pellizcándote los mofletes, pero no sabías que era porque no quería olvidarte nunca cuando se fuese, porque tenía poco tiempo y porque nunca pensó que llegaría a tu comunión. Lo que más deseaba era poder llegar a verte en tu boda, pero se fue mucho antes de eso, justo cuando tú te diste cuenta de que no ha vivido en tu época, que ella jamás tuvo una abuela que le comprase chucherías y que le diese todos sus caprichos, que empezó a trabajar a una edad en la que tú ni siquiera sabías lo que significaba trabajar, cuando te diste cuenta que ha vivido una guerra y que ahora mismo podías no estar en este mundo.

Ella te quería muchísimo y tú se lo pagabas escabulléndote de ella cuando podías, intentando no ir al hospital cuando estuvo ingresada. No dándole lo que más quería, verte por última vez antes de irse.

Y ahora ya es demasiado tarde. Ya no está, se ha ido y jamás volverá.

Ithilwen <3